lunes, 30 de abril de 2007

Doctrina

"Esta moderna preferencia de los filósofos por la compasión y esta moderna sobrestimación de la misma son, en efecto, algo nuevo: precismente sobre la carencia de valor de la compasión habrían estado hasta ahora de acuerdo hasta ahora los filósofos. Me limito a mencionar a Platón, Spinoza, La Rochefoucauld y Kant, cuatro espíritus totalmente diferentes entre sí, pero conformes en un punto: en su menosprecio por la compasión"

"La genealogía de la moral"

Federico Nietzsche

Toda el desprecio que Nietzsche muestra hacia la cultura europea y los hombres que esta produce se basa en la represión que esta ha hecho de lo más excelso del hombre, de sus impulsos más nobles, aquellos dirigidos hacia la superación y la conquista del mundo mediante el ejercicio de la fuerzas naturales. La cultura europea sería heredera de la rebelión de los esclavos que iniciara la cultura judeo-cristiana, cuyos valores impregnarían los de la Ilustración. La Ilustración no sólo secularizaría los valores judeo-cristianos, sino que culminaría el olvido de la génesis de los mismos, al concebir al hombre como ajeno e impermeable al mundo en que vive. Dice, de nuevo, Nietzsche, que "...Judea volvió a vencer otra vez sobre el ideal clásico con la Revolución francesa...". De nuevo, los débiles impondrían sus valores sobre los excelsos, abotargando la humanidad, corrompiendo el lenguaje, la moral y todas las formas de la cultura. Los valores de la Ilustración no serían sino una debida adaptación de los judeo-cristianos.

La cultura en que vivimos es claramente heredera de cierta Ilustración. Habrá entre nosotros quien considere que sea un proyecto valioso y que debe ser culminado, otros los considerarán imposible y pretencioso, injusto para con la naturaleza humana y, finalmente, quienes como los herederos de Nietzsche (en caso de que los haya) la entiendan como enteramente aberrante. Pese a ser el predominante, el proyecto ilustrado no es, por lo tanto, único, y no está exento de críticas.

La asignatura de "Educación para la Ciudadanía" no será sino un vehículo de quienes consideran cierta Ilustración deseable, es decir, un instrumento de transmisión de doctrina, de pura catequesis. No deja de ser irónico que quienes tanto han clamado contra la enseñanza doctrinal de los principios católicos, propugnen la enseñanza doctrinal de una versión secularizada de los mismos -ironía que no considero, sin embargo, el mayor cinismo de esta medida. Tampoco lo será, probablemente, el contenido de la asignatura, que desconozco, pero que intuyo recogerá numerosos valores de los que participa gran parte de la población (por ejemplo, los presentes en la Declaración de los Derechos Humanos), y otros exclusivos de la intelligentsia progresista.

Lo más censurable de la instauración de esta asignatura reside, desde mi punto de vista, en el propósito inquisitorial del estado en presentar determinados valores como algo acabado, de determinar lo inobjetablemente correcto e incorrecto, de obviar el carácter inherentemente problemático de la ética. El hecho de que la mayoría de los hombres compartan ciertos valores no los convierte en algo deseable, ni evita lo problemático del por qué los comparten (algo que el cristianismo ha tenido tradicionalmente presente, al conjugar la noción de derecho natural, la concepción del hombre como imagen de Dios y dotado de dignidad intrínseca, y el reconocimiento del error o pecado).

Reconozcamos, al fin, que la gran fortuna de la catequesis estatal en ciernes será que de ella participará de manera natural un gran número de personas, pero que será violenta para quienes disientan...

"Hoy ya nadie se escandaliza si alguien se muestra transgresor y crítico, por ejemplo, con el cristianismo, con el militarismo o incluso con el nacionalismo. Pero, ¿qué pasaría si alguien cuestionara seriamente la compasión con los marginados y los débiles, las revindicaciones feministas, el sufragio universal, el principio de igualdad de derechos sin discriminación, la obligatoriedad de universal de los principios de la moral, etc.?"

"Nietzsche. La experiencia dionisiaca del mundo"
Diego Sánchez-Meca

La gran inmoralidad reside no tanto en la voluntad doctrinaria del Estado, sino en que oculte la misma, que se ahogue la pregunta, que se obvien las voces discordantes.

miércoles, 21 de marzo de 2007

El día de la infamia

Han pasado casi seis años. Hoy, en la Audiencia Nacional, Otegui ha dicho no recordar, y el representante del Ministerio Fiscal, sí, ministerio, servicio, un servidor de la Ley, ha dicho que su conducta ese infame día "no desborda lo que es una opinión"; hasta hoy, había sostenido que era constitutiva de un delito, que merecía quince meses de cárcel. Pero hoy, que Otegui ha dicho que sólo defendió el derecho a la autodeterminación, que se expresó en términos democráticos, que ha comparado la bandera de la ETA con la de la UGT; hoy que el gordo ha repetido la basura que viene repitiendo últimamente, para consumo de ingenuos y necios; hoy que el 'hombre de paz' se ha levantado amnésico, de repente el servidor de la Ley se ha dado cuenta de que no hay delito. Al César lo que es del César: se llama Fernando Burgos, y tanta culpa tiene el que manda como el que obedece...

http://www.abc.es/20070321/nacional-nacional/otegi-sera-juzgado-enaltecimiento_200703210416.html

Gracias a internet, recordamos lo que pasó. Adjunto la noticia publicada en el mundo el día siguiente, la foto con el féretro con la ikurriña y la bandera de ETA, las declaraciones del gordo ensalzando la lucha de los gudaris. Desde hoy, esto no es apología del terrorismo; desde hoy, todo me parece mucho más feo.

Triste día para el Estado de Derecho, para España. Uno más.

http://www.elmundo.es/elmundo/2001/07/30/espana/996490698.html

lunes, 5 de marzo de 2007

Sobre el caso De Juana

Antes de escribir sobre el asesino De Juana y su ‘humanitario’ arresto doméstico, he dejado pasar el tiempo que creí necesario, para que se enfriase la sangre en mis venas, para que reposase el torrente de ideas, y de ira, que lleva bullendo en mi cabeza desde que, el pasado jueves, conocimos la decisión del Gobierno. Pero, a pesar del tiempo transcurrido, no se me ha pasado el cabreo. Se ha convertido en un enfado sordo, virulento, quedo; ya no grito, ni gesticulo, ni me indigno. Sólo callo, y rumio en silencio mis encendidos jugos gástricos, revueltos en una nausea permanente de la que no consigo librarme.

Unas breves consideraciones, como abogado. ¡Dichosa objetividad! A todos nos indigna que un asesino como éste sólo haya cumplido dieciocho años de cárcel por veinticinco asesinatos. Pero de esto no tiene la culpa ningún Gobierno, sino un Código Penal tardofranquista, el de 1973, que preveía la redención de penas por días de trabajo. La Constitución ha hecho el resto, ‘blindando’ ese beneficio frente a cualquier reforma posterior, al vedar la aplicación retroactiva de las normas penales desfavorables. Por lo tanto, ese no puede ser el elemento nuclear del actual problema.

Tras un intrincado proceso legal, durante el cual la Fiscalía ha cambiado de criterio tantas veces como de corbata el Fiscal General del Estado, el Tribunal Supremo ha condenado a De Juana a tres años de cárcel, por la publicación de dos artículos amenazantes en el diario Gara. Mucho se ha discutido sobre la justicia de esta decisión, que no deja de ser un pronunciamiento de nuestro más Alto Tribunal, respaldado por la totalidad de sus miembros. Para mí, esto, por sí solo, ya merece respeto. Y, además, una cosa está clara: los santones del humanitarismo benéfico habían criticado la anterior sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso – doce años de cárcel – por ‘desproporcionada’. Así que, tras la decisión del Supremo, esa excusa ha dejado de valerles.

Aterricemos, al fin, en el terreno de la opinión. En algún momento he creído que, con su sentencia, el Supremo le había ofrecido al Gobierno una salida a la crisis en bandeja de plata; pero, si reflexionamos algo más, vemos que es más bien lo contrario. Me explicaré seguidamente.

Al asesino De Juana sólo le quedaban por cumplir dieciocho meses de cárcel; algo más que razonable para quien ya llevaba entre rejas casi veinte años. Algo que, a un tercero como yo, desde la distancia, le parece que podría haber sido una resolución aceptable para este inmenso drama, que suponía la escenificación del chantaje más perverso al Estado de Derecho: cumplimiento íntegro de la pena, y salida a la calle en otoño de 2008. Solución lamentable, eso sí, porque la inmundicia de poco hombre que es De Juana debería haberse podrido en la cárcel. Pero, desde una postura de máximo respeto a las decisiones judiciales, la única salida viable.

Pero la gentuza abertzale está crecida, desde que descubrieron que ellos marcaban las reglas del proceso. El Gobierno había ido señalando supuestos límites infranqueables, que luego se habían superado sin mayores consecuencias: la extorsión, la kale borroka, un atentado con muertos. Zapatero había apostado tanto a la carta de la paz, que hasta habían derruido parte del aparcamiento de la emblemática T4, y sepultado bajo sus ruinas a dos personas, y no había pasado nada. La ETA es hoy consciente de que el presidente por accidente, nunca mejor dicho, tiene la certeza de que el fin del proceso le supondrá, probablemente, tener que bajarse de la poltrona, y de que, por ello, está dispuesto a mantenerlo con vida a cualquier precio, cómo sea.

Por ello, De Juana lanzó un órdago, y decidió no poner fin a su huelga de hambre hasta tanto no saliera en libertad. Su coro de matarifes, y de simpatizantes de los matarifes, rugieron en su apoyo. Y los que, durante este tiempo, han incrementado la presión sobre el Gobierno para liberar al asesino, con vagos argumentos buenistas sobre la pena de muerte y la venganza, redoblaron sus esfuerzos. Todos, unos y otros, como buitres, especulando sobre la muerte del De Juana, para deplorarla, abominarla, y obtener los mayores réditos posibles.

Por supuesto, era un farol. No se entendía que de Juana hubiera dejado la huelga de hambre cuando la Fiscalía había reducido su petición de condena a tres años, y que la mantuviera cuando el Tribunal Supremo había atendido esa petición. Pero, claro, se trataba de negociar, de ver cuanto se tensaba el ronzal con que llevan al Gobierno, antes de romperse.

Pero a Zapatero y a Rubalcaba, hablando mal y pronto, se les pusieron de corbata. Porque un año y seis meses parecía poco tiempo, pero era suficiente para que el asesino se muriese. Y si fallecía, aunque en realidad se tratara casi de un suicido, el proceso estaría finiquitado, y con él su esperanza de perpetuarse en el poder sine die, la cual, a día de hoy, aparece claramente como la única finalidad de este esperpéntico viaje hacia ninguna parte.

Lo que está claro, y es a lo que iba, es que, tras la sentencia del Supremo, la pelota había quedado, exclusivamente, en el tejado del Gobierno, a quien no le quedaba más remedio que retratarse. Porque nada, objetivamente, justificaba un tratamiento favorable para De Juana, salvo su terca obstinación por acabar con su vida. A día de hoy, resulta evidente que el Gobierno se ha retratado, y ha salido en la foto en una postura indecorosa.

Dice un abogado que conozco que las leyes son como perchas; que cuando uno tiene una pretensión, se trata de ver como la cuelga en alguno de los muchos preceptos que pueblan nuestro ordenamiento jurídico. La pretensión del Gobierno era mandar a casa al asesino, para que dejase la huelga de hambre, para no cargarse la patraña de la paz. Se trataba, pues, de buscarle su percha.

Esa pretensión no encajaba en la libertad condicional, porque exige el cumplimiento de tres cuartas partes de la condena (faltaban nueve meses) y un pronóstico favorable de reinserción. Tampoco en el régimen abierto, porque éste también exige una valoración de la aptitud del reo para reinsertarse, y las declaraciones del ‘etiope’ De Juana en ‘The Times’, no arrepintiéndose de nada, eran un mal principio en ese sentido. La cosa parecía difícil, había que buscar algún resquicio en la legislación penitenciaria en que cupiese este sapo. Y entonces, alguien pensó en el artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario.

Éste artículo permite aplicar a un interno elementos correspondientes a distintos grados de clasificación; esto es, permite dar un tratamiento ‘ad hoc’ a una situación específica, exigiendo, tan solo, que las medidas adoptadas resulten idóneas para ese caso concreto, de tal forma que sólo mediante ellas sea posible ejecutar el tratamiento propuesto. Y dicho y hecho; a De Juana, clasificado en segundo grado penitenciario (régimen ordinario), se le aplican algunas medidas propias del tercero, como el arresto domiciliario y el seguimiento telemático. Y con ello se consigue la cuadratura del círculo, que el gudari vuelva a casa, y todo ello sin meterse en el jardín de tener que valorar la posibilidad de reinserción de un asesino que no se ha arrepentido, en modo alguno, de sus veinticinco asesinatos.

Por supuesto, ello no es lo que De Juana había dicho que quería. Se trata de una forma particular de cumplimiento (a fin de cuentas, arrestado en casa, y controlado con una pulserita cada vez que salga), no de una puesta en libertad, ni de un beneficio penitenciario. Pero se ve que le ha valido, porque ya está comiendo sopitas… sin duda, ‘pacta sunt servanda’. Lo dicho, una negociación en toda regla. El gachó ha puesto fin a su numerito cuando ha visto que la cuerda no daba más de sí…

Con este artificio, el único posible, - legal, por supuesto, no podía ser de otra forma -, el Gobierno ha escenificado una transacción a la vista de todos; ahora andan intentando justificarla, ‘calentando’ el ambiente, filtrando a diestro y siniestro que esperan un comunicado de la ETA ‘ampliando’ el alto el fuego. Creo que en Internet ya se admiten apuestas sobre la palabra que el Gobierno ‘sugerirá’ a los terroristas esta vez, que sea más ‘amplia’ que permanente, la empleada hace ya casi un año… lo que está claro es, que si llega ese comunicado, será el próximo paso de la ETA; luego le tocará mover ficha de nuevo a ZP, más o menos para las elecciones municipales. A la vista de este panorama, no me extraña que Otegui se riera tanto el otro día, al salir del Hospital. Parafraseando a un carnicero, ‘sus risas son nuestros llantos’.

Pero, mientras tanto, creo que ya hay otros veinte etarras en huelga de hambre. Supongo que también dejarán de comer los carteristas, los atracadores, los violadores y hasta Julián Muñoz. Yo, desde luego, lo haría, viendo a este Gobierno medroso retroceder como los cangrejos ante la posibilidad del suicidio de un delincuente, y en cambio seguir con paso firme tras el asesinato de dos pobrecitos ecuatorianos que pasaban por allí y no le importan a nadie.

El Gobierno ha definido la decisión adoptada con De Juana como legal, inteligente, y humanitaria. Pero a mi me parece que ha sido cobarde, repugnante e inmoral. Probablemente, sin embargo, los seis adjetivos sean compatibles, si aceptamos que el Gobierno está embarcado en un proceso negociador puro, un impúdico juego de ‘do ut des’, absolutamente indisimulado, y que Zapatero entiende que es humanitario beneficiar al verdugo en detrimento de las víctimas, y que es inteligente convertir a De Juana en un héroe para evitar que sea un mártir.

Ya termino, lamentando la dureza de mis palabras, escritas desde la rabia, en una noche insomne. No porque la situación no las merezca, sino porque no quería llegar a este punto; ya no cabe la moderación, ni las medias tintas. El Gobierno se ha quitado la careta, y ha empezado su carrera para conseguir, antes de las elecciones de 2008, una paz ‘como sea’, que les lleve, en volandas, a cuatro años más de poder. Y ya sólo quedan dos opciones: o dejarse arrastrar por la marea repugnante de rendición de las nucas ante las pistolas, o resistir a pie enjuto. Y yo opto por lo segundo.

¡Qué asco, Dios mío, qué asco!

martes, 16 de enero de 2007

[...]El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.[...]
Aleixandre

Presidente, ¿porqué pides nuestro perdon? Perdonar es facil, olvidar imposible.

¿Qué piensas hacer ahora?

lunes, 15 de enero de 2007

Pensamientos sobre la 'Manifa'

Con la resaca del patético espectáculo que han dado nuestros representantes, que hace mucho que no nos representan, y a la vista de los humeantes rescoldos de las manifestaciones del sábado, diseminados por la prensa de hoy, procede hacer algunas valoraciones:

(i)

El PP cometió un error no yendo a la manifestación de Madrid. Puede llegar a entenderse; bajo la fórmula del consenso, el Gobierno escondía una trampa para osos: convertirles en coartada para una segunda fase del ‘proceso’, vestida de lagarterana. Pero, aún aceptando esa premisa, también tienen que tener en cuenta que el PSOE lleva meses, años, intentado dar la imagen de un PP ‘antisistema’. Somos muchos los que defendemos que son los socialistas los que están alterando el campo de juego, para dejar fuera de él no sólo al PP, sino a muchos españoles decentes. Hoy hemos perdido algunos de nuestros mejores triunfos; hoy el PSOE ha conseguido la foto que retrata la tan cacareada marginación: la foto de una pancarta ‘Por la paz, la libertad, la vida, y contra el Terrorismo’, sin ningún representante del Partido Popular para enarbolarla, convierte en imagen el aislamiento inexistente. Y en la ‘mediocracia’ actual, las imágenes son las verdades más contundentes que existen. El PP tenía que haber superado su incomodad (¿o sus excusas?) con un lema y un comunicado que, la verdad, vistos con distancia, parecen bastante aceptables, y haber ocupado el sitio que le correspondía. Como dice Mon, después ya habría habido tiempo para los matices. Al final, la manifestación no pareció un aquelarre del zapaterismo, sino una razonable y cívica protesta ciudadana (exaltados habría, sin duda, pero el PP no puede decir que no haya ido a otras manifestaciones en que también estaban), y la posición del PP, fortalecida últimamente (espero que muy a su pesar) por el trágico devenir de los acontecimientos, ha vuelto a quedar desguarnecida por la incapacidad de sus dirigentes, que no líderes, para gestionar las situaciones de crisis.

(ii)

En cambio, la puesta en escena del PSOE fue impecable. Miserable, eso sí, con esa miserabilidad propia del que domina el arte del disfraz, y el engaño, y consigue hacer pasar por honestidad y firmeza lo que no es sino improvisación y amoralidad. El Gobierno, en general, nunca tiene un plan; va haciendo camino sobre la marcha, con la única guía de las encuestas, y la ayuda de su arsenal mediático y su entendimiento de la opinión pública. El hombre blanco habla con lengua de serpiente; y el caballo de vapor avanza, imparable. Ya han vuelto a salir a la calle, y no faltó nadie. Estaban allí los sindicatos, los paniaguados del cine, estaba hasta Saramago. Presidía la comitiva la sombra ausente de Mariano Rajoy, con sus arcos ojivales. Todo salió a pedir de boca. Tocaba comportarse, apelar a la unidad, adoptar un tono más institucional, menos hostil de lo acostumbrado (aunque se escaparon algunas pancartas ofensivas, y algunas banderas republicanas), y convencer a los ciudadanos decentes de que aquella era su manifestación. El sábado por la tarde, el Gobierno llenó sus pulmones con una bocanada de aire fresco y renovado; ahora volverá, desde su rincón, con más fuerza que antes, a seguir peleando.

(iii)

Todo el mundo hablando de la ausencia de Rajoy, y nadie reparó en que él tampoco estaba. Que nadie eche en falta al Presidente del Gobierno en una manifestación contra el terrorismo da qué pensar. ¿Querían protegerlo, reservarlo o esconderlo? La respuesta, mañana, día 15 de enero, en el Congreso de los Diputados.

(iv)

­­P. Presidente, ¿volverá usted a negociar con ETA?
R. Umm… hoy es un debate que no tiene sentido. Pasapalabra.
P. Pero, Presidente, Rubalcaba dijo en el New York Times que ‘never again’.
R. Hay una plena identificación entre Alfredo y yo; por eso lo diré también en inglés: ‘Everybody bonsai’.
P. Ya, ¿y de lo de la negociación?

R. No sea usted ordinario. Hoy hay que hablar del mañana inmediato…

http://www.elpais.com/articulo/espana/ETA/solo/tiene/destino/fin/elpepuesp/20070114elpepinac_1/Tes

miércoles, 10 de enero de 2007

Resolución de conflictos

La Ministra Mercedes Cabrera Calvo-Sotelo, sobrina-nieta de José Calvo-Sotelo, “es preferible morir con gloria a vivir con vilipendio”, pretende enseñar a los alumnos de Secundaria a “resolver los conflictos mediante la negociación y el diálogo”. Según parece, el dogma del diálogo forma parte del credo de la religión oficial, del culto laico de la corrección política, cuyas enseñanzas, doctrina y tradición pretenden inocular a los futuros votantes a través de la pretenciosa ‘educación para la ciudadanía’.

Ciudadanos. Eso es lo que el título de esta catequesis progresista dice querer formar. Y negociación, y diálogo, lo que se pretende enseñarles. Pero hoy, esas dos palabras están vacías de contenido. Hace ya demasiado tiempo, cuando las personas decentes parecían haber aprendido que existían límites inviolables, que protegían la democracia de los demócratas, una cosa eran los fines, y otra los medios, y era indiscutible que los primeros no justificaban los segundos. España necesitó muchos asesinatos en nombre de causas nobles para entender esa cruel verdad.

Hoy esa certeza se difumina en la neblina del buenismo, y la negociación y el diálogo, que antaño fueron medios para conseguir cosas, se han convertido en fines por sí mismos. Por ello, cuando se habla de dialogar, nadie se pregunta, ¿para qué? La respuesta sería: para nada. Hablar por hablar.

Resolver. Hallar una solución. El otro día participé en una discusión en la que uno de los presentes sostenía que él “pagaba” al Gobierno para que solucionase el problema del terrorismo. No exigía una solución buena, ni una solución justa. Sólo quería una solución, da igual que sea la secesión o la supresión de la autonomía. Como él, hoy muchos ciudadanos españoles prefieren cerrar los ojos y los oídos a cómo se hacen la cosas, y esperar a ver cómo terminan. No sólo en relación con el fin del terrorismo; en mayor o menor medida, pasa en todos los ámbitos. Si alcanzamos un resultado, entonces todo habrá merecido la pena. Para ello bastará cualquier solución que ponga fin al problema, ya cueste cien o cien mil.

La sociedad española, pusilánime y perezosa, vive prisionera de una profunda contradicción: por un lado, ha aceptado que las actitudes, y los procesos, hayan dejado de ser instrumentos, para convertirse en objetivos; por otro lado, demanda de sus gobernantes que ponga fin a sus problemas, no importa de qué forma. Es la irrelevancia de las valoraciones cualitativas, la imperante doctrina del 'cómo sea'; mientras me quiten el problema de encima, todo lo demás no importa. Que lo arreglen los que mandan, que son los que entienden; ellos sabrán. Eso sí, sin crispación, no vaya a ser que no podamos dormir la siesta.

Y es triste, porque no todo es lo mismo. Si un niño está en el recreo, comiendo un bocadillo, y otro chico mayor le ordena que se lo dé, y amenaza con propinarle una paliza si no lo hace, por supuesto que el chaval puede negociar con el matón, y darle medio bocadillo; pero si lo consigue, aunque haya resuelto el problema mediante el diálogo y la negociación, porque no le han dado la paliza, ha perdido medio bocadillo al que tenía derecho. Y si otros macarras lo ven, entonces al tercer día tendrá que decirle a su madre que deje de prepararle el bocata, porque no se lo puede comer de ninguna de las maneras. A los ojos del plan de estudios del Gobierno, éste alumno obtendría un sobresaliente en educación para la ciudadanía, porque habría resuelto el problema, y lo habría hecho mediante el diálogo. Esto atenta contra el sentido común: aunque el acuerdo con el chantajista fue una solución, no fue una solución justa.

Pero la Ministra no quiere enseñar a resolver los problemas con justicia, sino a hacerlo con negociación y diálogo. Medios, y no fines; una solución cualquiera, cómo sea, sin importar qué tipo de solución. La política es una actitud, un talante; no principios, no justicia, no verdad. Esto define bien a este Gobierno, pero define mejor aún a la sociedad española que los llevó al poder. En esta hora sombría de España, los españoles somos hijos de nuestras obras. Y a este respecto, Zapatero, y la Ministra, son sólo dos españoles más.

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-06-01-2007/Sociedad/los-alumnos-de-secundaria-deberan-aprender-dialogo-y-negociacion_153777611840.html

domingo, 7 de enero de 2007

Reflexiones a vuelapluma

Internacionalización
Después de darle tantas vueltas a la dichosa palabreja, resulta que al final ésta consiste en que ETA asesina a españoles y extranjeros sin distinción.
Eso ya lo sabíamos. Para ese viaje, no hacían falta alforjas, ni ir a Bruselas.

* * *

Una lección para el futuro

Antes de que la bomba hiciese volar por los aires el embrujo, estábamos asistiendo a una ‘batasunización’ del lenguaje. Un ejemplo de ello es la entelequia ‘conflicto’, concepto proetarra que pretende enmarcar el terror en un contexto que lo justifica.

El conflicto no ha existido, ni existirá jamás, pues no hay dos partes equiparables enfrentadas. Y no debemos aceptar nunca esa derrota terminológica. La deformación sistemática de la realidad, pervirtiendo las palabras que la describen, es otra de las estrategias del enemigo; pintar un cuadro surrealista en que las ovejas amenazan con sus nucas a las pistolas de los lobos. Es el reflejo de un mundo gobernado por la miseria moral, en el que ya está instalado Joan Ridao (ERC), quien afirma que ETA ha sido quien más “ha puesto de su parte” en el mal llamado proceso. Como si estuviese comentando las causas del divorcio de una pareja amiga…

* * *

Por no ser ni frío ni caliente...

Mención aparte merece la BBC, con esa integridad como de sepulcro blanqueado. Al final, se trata de que la sangre no salpique. Adjunto un link que no tiene desperdicio. Como dicen, es una cuestión de "sentido común".

http://news.bbc.co.uk/newswatch/ifs/hi/newsid_4140000/newsid_4148100/4148173.stm

martes, 2 de enero de 2007

El Empecinado

Nunca pensó el Presidente, cuando dormía plácidamente la noche del viernes al sábado, arrullado por los dulces susurros nocturnos de Doñana, que empezaría el año de esta manera. Él, que en algo más de dos años ha reinventado la democracia, interpretado rectamente la Transición, reparado las heridas de la Guerra Civil. Él, que es el llamado, el elegido, para conducir, puño de hierro en guante de seda, el denominado ‘proceso de fin de la violencia’. El hombre que ha descubierto al mundo el poder del talante y la sonrisa, el padre de la alianza de civilizaciones, comparecía la tarde del sábado ante los medios exhibiendo obscenamente su contrariedad, su perplejidad, su decepción, su enfado. Parecía un médico a quien hubieran despertado a media noche para atender a un enfermo moribundo, al que el día anterior había visitado, sin haber advertido su enfermedad. Daba la impresión de estar dando explicaciones con el paciente, ya muerto, de cuerpo presente, sin poder entender lo ocurrido, intentando salvar su reputación profesional a toda costa. O más bien un padre infinitamente dolido por la enésima travesura de su hijo díscolo e incorregible.

El hecho, nítido, insoslayable, inevitable, como la Gran Muralla China, es que el Presidente ha apostado todo su capital político al proceso de paz, y éste se resquebraja por momentos. Zapatero subió al poder a lomos de una marea de opinión que acusaba al Gobierno saliente de mentir y ocultar. Y, sin embargo, ha apelado a la discreción y al sosiego para pedir del pueblo soberano comprensión y paciencia, y así dirigir un proceso de paz marcado por la más absoluta de las oscuridades, presentándose como el depositario de la información, suficiente y fiable, necesaria para llevarlo a cabo (información que no podía compartir con la oposición ni, por supuesto, con la opinión pública). Aquellos ciudadanos que han confiado en el Presidente, lo han hecho bajo la convicción de que éste disponía de tal información. La perplejidad de Zapatero ante este atentado, y el ridículo eco de sus palabras del viernes, ponen en evidencia que esto no era así. A día de hoy, es inevitable preguntarse si el Presidente ha tomado decisiones partiendo de premisas erróneas y, si es así, si ha apostado todo a una carta sin conocer las reglas del juego.

En ocasiones, aquellos que ocupan el trono del poder parecen vivir separados de la realidad por una barrera infranqueable. Están tan ensimismados en su cuento de la lechera particular que no atienden a la dureza de los hechos, de las evidencias. Y aunque se trata de un síntoma que, en mayor o menor medida, afecta a todos los dirigentes, en nuestro actual Presidente es especialmente acusado. Así, por ejemplo, Aznar necesitó de seis años de Gobierno, una mayoría absoluta, y el jet lag acumulado de varios viajes transatlánticos para sucumbir bajo el influjo de este ‘Síndrome del Poder’. En cambio a Zapatero, aún habiendo llegado al Gobierno por deméritos ajenos, y no por méritos propios, y disponiendo de una exigua mayoría parlamentaria, le han bastado unos pocos meses para alcanzar un nivel semejante de autismo; el Presidente se halla instalado, casi desde el inicio de la legislatura, en esa enfermedad que le impide ver lo que pasa. Se había figurado a sí mismo como el adalid de la paz, y “accidentes” como las cartas de extorsión, la kale borroka, o el robo de armas no podían perturbarle en el disfrute de su tránsito hacia la gloria. Frente a todo ello exhibía, con una suficiencia insultante, su optimismo existencial, inconmovible al desaliento.

Ahora le ha pasado por encima, como un tren de mercancías, el atentado del sábado, y no sabe ni de donde le ha venido el golpe. Zapatero merece, sin duda, el apelativo de ‘El Empecinado’, por su contumacia en no aceptar aquellos elementos de la realidad que contradicen su interpretación de la misma. Al final, se ha visto arrollado por esa realidad, que ha acabado por imponerse de forma cruel e inexorable. No, sin duda Zapatero nunca pensó que empezaría el año así.

Ahora hemos de imaginarnos al Empecinado reflexionando solo, tal vez de vuelta a su refugio de Doñana, acaso en la penumbra de su despacho de Moncloa, sobre como lidiar con este toro. No, sin duda no cabe la marcha atrás; el coste político sería demasiado alto. Tal vez piense Zapatero que, cuando arrecia la tempestad, lo mejor es refugiarse, quedarse quieto, y esperar a que pase. Por el momento, la celebración del Año Nuevo, y la falta de confirmación de la muerte de los dos ciudadanos desparecidos, le han permitido capear los siempre devastadores efectos del corto plazo, y mitigar los daños que las ruinas del parking de la T4 podían haber infligido a su carrera política. Ahora, con la serenidad y la distancia que le dan las casi setenta y dos horas transcurridas desde el atentado, pensará en volver a reunir sus naves, y en hacer todo lo necesario para rescatar su apuesta sin perder un solo euro, y vivir para vencer otro día, como ha venido haciendo durante este tiempo. El Empecinado es un experto escapista, que hasta el momento ha sabido salir indemne de todos sus inconscientes paseos por aguas cenagosas. Y, en este punto, es importante precisar que, para el Presidente, la medida del éxito o el fracaso de su gestión es su reelección, y a ello dedica todos sus afanes; lo importante no es, por lo tanto, el acierto en sus decisiones, sino el impacto de las mismas en la opinión pública.

Creo que, a pesar de su desconcierto inicial, el Presidente ha podido resistir el tirón de las primeras horas. Lo que venga a partir de ahora dependerá, fundamentalmente, de la evolución de la opinión pública, y de la gestión mediática que se haga de esta crisis. Pero mucho me temo que, salvo que se vea obligado por la presión de las encuestas que manejan los augures que le asesoran, Zapatero no piensa desandar el camino andado. Eso supondría admitir que ha vuelto a fracasar donde otros ya lo hicieron, y reconocer que ni el talante, ni el ansia infinita de paz, que preconizaba como remedios definitivos, han podido derrotar a la naturaleza implacable del escorpión.

Es el momento

Con el año 2007 inauguramos "es el momento". Este blog pretende ser un foro de expresión libre, un hogar de acogida para voces multicolores, que tengan como denominador común su hartazgo del actual estado de cosas, su hastío ante el momento político presente, por encima de partidos y de ideologías. Personas que ansíen salir de la espiral de mediocridad en la que está atrapada la sociedad española, y que crean que la responsabilidad y el sentido del Estado deberían presidir la actuación de la clase política. Hoy nos faltan gobernantes, en el sentido amplio del término, que sepan mirar lejos; no a cuatro años vista, sino a cuarenta. Líderes que sepan superar el sectarismo partidista; que en sus decisiones, en sus acciones y sus omisiones, tengan como principal, como única motivación, por encima de la facción y de la tribu, el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Es el momento de hacer algo para que las cosas cambien. Esperamos que este blog pueda contribuir en algo a esta tarea. Si no, al menos servirá de desahogo para todos los que padecemos la desazón de vivir en este tiempo de hombres pequeños, y ambiciones mezquinas.